Un hábito se construye a través de una acción que podemos aprender y repetir con regularidad. La práctica repetitiva de un comportamiento nos lleva a actuar de esa manera casi sin esfuerzo, casi de forma automática. Nos acostumbramos a levantarnos a una hora cada día, a dar los buenos días, a desayunar ciertos alimentos, a hacer un trayecto por una ruta concreta o a pensar de una forma determinada.
Nuestra forma de pensar también se convierte en un hábito. Y nuestros pensamientos influyen de forma significativa en cómo nos sentimos. Por tanto, si quieres conseguir una vida infeliz y llevar siempre contigo el abatimiento, la rabia, la inseguridad y el pesimismo te aconsejo que sigas estos hábitos de pensamiento:
Magnifica, siempre que puedas, las consecuencias negativas de tus elecciones. Adelántate a pensar lo peor para que puedas estar preparado/a. Piensa que si la ley de Murphy es cierta contigo se cumplirá, seguro. Imagina catástrofes y piensa que si algo puede ocurrir mal seguro que tienes un gran porcentaje de probabilidad de que te ocurra. Esto hará que te sientas tremendamente deprimido/a. Y si te esfuerzas un poco conseguirás contagiar ese estado de ánimo también a quienes están a tu alrededor.
No permitas que los demás puedan opinar diferente. Si alguien te da una opinión, no la escuches. Intenta rebatirla con todas tus fuerzas. Seguro que los demás se equivocan. Busca todos los argumentos necesarios para defender tu postura y bajo ninguna circunstancia caigas en la tentación de darles la razón, aunque creas que lo que dicen puede tener lógica. En poco tiempo verás cómo se alejan de ti y por fin podrás reducir tu círculo de amistades. Así podrás disfrutar más de tu soledad.
Cuando reproches una acción a otra persona, hazlo con contundencia. Utiliza expresiones como “nunca”, “siempre”, “nadie”, “todos”. Esto demuestra que hablas con propiedad y que se te da bien llevar las estadísticas de los actos propios y ajenos. Di cosas del tipo: “todo el mundo es igual”, “nunca me haces caso”, “siempre haces lo mismo”.
Etiquétate. Busca un adjetivo que te describa, intenta que este adjetivo sea lo suficientemente negativo como para decírtelo cada día y mejor aún si lo dices en público, delante de amigos, conocidos, etc. Si quieres conseguir sentirte una persona infeliz cada día, repite cosas de este tipo: “qué torpe soy”, “soy lo peor”, “no tengo nada que aportar”. Y si consigues que cale en tus amistades, mejor, así estas te ayudarán a recordártelo. 100% garantizado.
Compárate con las personas de tu alrededor, con las que ves en las revistas y en la televisión. Intenta compararte siempre con aquellas de las que tengas un gran concepto. Fíjate en cómo son de espectaculares y todo lo que han conseguido en sus vidas. Es importante que enumeres todas tus carencias y te olvides de tus virtudes. Después de todo, se trata de que te centres en tu objetivo: ser una persona sufridora y negativa.
Si tienes hijos/as o alumnos/as compárales a ellos/as también, así conseguirás que se quitan de la cabeza ese capricho infantil de creerse personas únicas y valiosas.
Exígete mucho cada día. Pero, si consigues hacer algo bien, no lo tengas en cuenta, no lo celebres; céntrate en todo lo que te falta aún por conseguir. Utiliza frases cada día como: “debería ser de tal manera”, “debería estar haciendo tal cosa”. Exígele también a los demás ser o actuar de una forma determinada: “deberías ser más simpático”, “deberías conducir de otra forma”. Si los demás no se comportan de acuerdo con tus expectativas, bórralos de tu vida o pelea contra ellos (insúltales si hace falta). No toleres lo diferente. Olvídate de llegar a acuerdos con los demás o de pedir un cambio de comportamiento amablemente. El mundo debería ser como a ti te gusta.
Haz caso siempre a tu pensamiento. Tu pensamiento siempre es verdadero. Los pensamientos nunca nos engañan. Si piensas que alguien te ha ofendido, debe ser cierto. Si piensas que no vales para nada, debes tener razón; si piensas que va a pasar algo malo o que alguien tiene malas intenciones contra ti, confía en tu intuición.
Sacrifícate todo lo que puedas por los demás pensando que la vida te lo devolverá. Ten fe. Ya verás como si te olvidas de disfrutar tu vida una conspiración mágica estará a la vuelta de la esquina pensando en recompensarte.
Está confirmado que practicando un poco cada día llegarás a convertirte en esa persona cada vez un poco más infeliz. A menos que persigas lo contrario.