En una ocasión leí un artículo en el que una persona acudía a la consulta de un psicólogo y éste le hacía una recomendación: “búsquese un amante”.
Ante tal propuesta, la persona que solicitaba el asesoramiento psicológico se quedaba perpleja y, al mismo tiempo, curiosa de saber por qué un amante le resolvería sus problemas. De entrada, parecía que se trataba de algo perverso y difícil de conciliar con su ética. Tras continuar la conversación, se descubrió la propuesta. El amante, en este caso, no era necesariamente una persona física. Se trataba de encontrar algo que le hiciera disfrutar y le aportara ilusión.
Hoy en día, tenemos un sinfín de cosas que hacer, que ver y que aprender; tenemos infinitas opciones en las que participar. Pero, a veces, nos damos cuenta de que nuestra vida aprovecha muy pocas de ellas. Quizá en algún momento nos hemos sorprendido inmersos en un bucle de pasividad o hemos dejado de recordar aquella época de la infancia en la que poco nos hacía falta para pasarlo bien.
Está comprobado que involucrarnos en actividades agradables nos aporta bienestar y nos hace disfrutar más de nuestra vida. Pero, lo que es agradable para una persona puede no serlo para otra. Por eso, es importante encontrar esa actividad que nos llena. Cada persona tiene que conocerse a sí misma para saber si su actividad favorita está más enfocada a la aventura o, por el contrario, se siente más inclinada hacia la práctica de algo menos arriesgado; si le gusta aquello que le rodee de gente o prefiere la individualidad; si le gusta aquello que le haga pensar o está buscando aquello que le haga relajar la mente; o si prefiere combinar un poco de todo lo anterior, según la situación.
Aficionarse a algo o aprender cosas nuevas nos mantiene activos y nos amortigua la rutina. No se trata de huir de nuestra vida sino de enriquecerla y nutrirla con las posibilidades que tenemos a nuestro alcance.
Cada persona puede encontrar la ilusión en algo diferente:
bailando, aprendiendo a hacer repostería, cuidando animales, formándose en una titulación profesional, aprendiendo un idioma o practicándolo, haciendo algún tipo de deporte, reuniéndose con amistades, viajando, leyendo novelas, escuchando música, redecorando la casa, pintando, haciendo rompecabezas, participando en juegos de mesa, haciendo voluntariado, paseando por la playa, siendo miembro de un club de lectura o una asociación, haciendo fotografías, experimentando con las manualidades, cantando, visitando museos, montando en bicicleta, acampando en las montañas, haciendo teatro o creando un jardín, entre tantas otras cosas que se nos pueden ocurrir.
Si estás pensando que quieres animar un poco tu vida te propongo que elabores una lista anotando aquellas cosas que disfrutabas y que has dejado de hacer y otra lista en la que anotes las cosas que siempre quisiste hacer y que aún no has intentado. Empieza retomando una de ellas o ponte el reto de hacer esa con la que aún no te has atrevido.
¡Búscate un amante, o dos, o tres...!
Yurena Rodríguez.
Psicóloga.