Seguramente que estos días te has preguntado qué ocurrirá cuando el confinamiento acabe y la vida empiece a volver a la “normalidad”. Probablemente, lo más sensato sería reconocer que lo que antes era normal ahora no lo será de la misma manera. Durante un tiempo nos acostumbraremos a una normalidad diferente porque esta pandemia del COVID-19 ha cambiado el curso de la vida de la gran mayoría de habitantes del planeta.
La revista científica The Lancet ha revisado 24 artículos científicos sobre anteriores cuarentenas y ha encontrado algunos resultados psicológicos negativos producidos por estos confinamientos. Entre ellos estarían síntomas de estrés postraumático como el reexperimentar algunas situaciones críticas que se hayan vivido durante la cuarentena, alteraciones del estado de ánimo como irritabilidad o ansiedad, la evitación de situaciones que recuerdan el evento vivido o problemas de concentración, entre otros. También, se añaden sentimiento de soledad o tristeza, miedo al contagio o incluso estigma social por haber padecido la enfermedad. Además, se añaden las consecuencias derivadas de las pérdidas económicas en aquellos casos que hayan experimentado pérdidas significativas o se hayan visto sin recursos suficientes.
Todos estas reacciones estarán muy moduladas por algunas variables como el riesgo de infección, la duración del confinamiento, los recursos personales y materiales de los que se disponga, la salud física y mental o el apoyo social.
Sin embargo, no todo serán consecuencias negativas. También habrá quién haya transitado la experiencia desde un marco de reflexión y resiliencia encontrando una oportunidad y un nuevo sentido a su vida.
Algunas de las cosas que, en mi opinión, experimentaremos tras esta situación serán:
Seguiremos manteniendo prudencia durante un tiempo por el “por-si-acaso”. Los saludos cambiarán y entenderemos mejor que nunca el motivo de algunos de los hábitos de higiene de los japoneses.
Entenderemos (ojalá) que los problemas de una parte del mundo son los problemas del MUNDO.
Tendremos que tomar ciertas decisiones que hasta ahora no eran urgentes o prioritarias.
Apreciaremos la importancia de la salud mental y de contar con un psicoterapeuta como quien cuenta con un médico de cabecera.
Descubriremos qué cosas realmente no hacíamos porque no nos apetecía (porque no estaba en nuestra escala de valores) y no porque no tuviéramos tiempo.
Sabremos mejor quién y qué es importante en nuestra vida.
Durante un tiempo nuestras conversaciones girarán en torno a lo que hicimos mientras estuvimos, de manera cómplice, confinados.
Y, por supuesto, abrazaremos y celebraremos.
Yurena Rodríguez.
Psicóloga
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