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  • Foto del escritorYurena Rodríguez

La virtud de dar las gracias

Actualizado: 7 abr 2020


Mi abuela, a sus casi 90 años, tiene un avanzado deterioro cognitivo. Está diagnosticada con la enfermedad de Alzheimer. Ha perdido la capacidad para ser autosuficiente, ha perdido amistades y familiares, ha perdido gran parte de su movilidad, también ha perdido recuerdos y ha ido perdiendo muchas otras de las cosas que en un tiempo tuvo y disfrutó.

A pesar de ello, hay algo que no ha perdido, algo que pone en práctica, al menos, desde que la conozco: el agradecimiento.

El agradecimiento es el acto de valorar positivamente aquello que alguien ha hecho por ti, pero también es dar valor a aquellas pequeñas o grandes manifestaciones de la naturaleza, a la vivencia de situaciones y a la presencia de bienes físicos, emocionales o materiales. El agradecimiento es la expresión de la gratitud. Está considerada una de las veinticuatro fortalezas personales dentro de la Psicología Positiva. En el caso de mi abuela esta virtud está combinada con amor y con generosidad.

La gratitud, por suerte, se entrena practicando el acto de dar las gracias, recompensando a quien te ha dado o te ha hecho algún bien, reconociendo el valor de las pequeñas cosas que te ocurren en el día a día. Uno puede agradecer que le hayan querido, o haber sido tratado con amabilidad o generosidad. Se puede agradecer el haber recibido un regalo o simplemente que te hayan respondido a una pregunta, que te hayan tratado con respeto o que te hayan escuchado. Pero también se puede agradecer haber degustado un plato de comida, haberse podido dar una ducha refrescante, el disfrutar de la compañía de alguien agradable o ver salir el sol.

Cuando actúas como una persona agradecida resaltas tu lado amable. Es una de las virtudes que te ayudan a sonreír y además produce una sensación de satisfacción. El agradecimiento funciona como un refuerzo positivo, por lo que aumenta la probabilidad de que lo agradecido vuelva a repetirse. Dar las gracias por algo da información precisa de qué es lo que nos gusta y de qué es lo que nos hace sentir bien. El agradecimiento produce bienestar entre las personas, se vuelve contagioso, es elegante, suena bien, es breve y es considerado.

A mi abuela le gustaban las plantas y, si hoy pudiera levantarse de la cama, seguro que seguiría eligiendo estar rodeada de ellas. Agradecía cualquier planta nueva que recibía pero también cualquier pequeño detalle que tuvieran con ella. Hoy, sigue sorprendiéndonos con su sonrisa y su continuo agradecimiento por recibir sus cuidados, por las visitas o por la compañía. En eso, su enfermedad no ha podido con ella.

Mi propuesta: piensa en algo que agradeces hoy a la vida, a ti, o a alguien y dítelo a ti mismo/a en voz alta.

Yurena Rodríguez.

Psicóloga.


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