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  • Foto del escritorYurena Rodríguez

Mitos del amor romántico y lo que sí funciona en el amor

Actualizado: 7 abr 2020


La música y las creencias colectivas están llenas de frases como estas:

Sin ti no soy nada.

Para toda la vida.

Nos pertenecemos.

Eres la persona de mi vida.

Quien bien te quiere, te hará llorar.

Si te quiero, debo contárselo al mundo.

Si es amor de verdad, lo será para siempre.

Si me quiere, sabrá qué hacer para que yo sea feliz.

Me hace daño estar con él, pero es que yo le quiero.

Estas frases y otras muchas creencias disfuncionales se han colado en nuestra mente durante mucho tiempo (y siguen haciéndolo) generándonos una distorsión de la realidad y provocándonos sufrimiento.

La realidad es que esperar que el amor se mantenga por sí solo sin "trabajarlo" es una de las creencias más devastadoras porque hace que parezca que en una relación todo vale y que si la relación se rompe es porque no era amor.

El amor es conducta.

Esto quiere decir que, según las leyes del comportamiento, al igual que otras conductas requieren de unos reforzadores para que se mantengan, con el amor de pareja pasa lo mismo. Cuando una conducta deja de ser reforzada o deja de recibir recompensas, la conducta corre el riesgo de extinguirse. Te pondré un ejemplo: imagina que cada día sales a la calle y saludas a tu vecino y éste no te devuelve el saludo y ni siquiera te mira. Sin embargo, tú que eres una persona educada y alegre sigues insistiendo y sigues saludando cada mañana. Lo más probable es que llegue un momento que, aunque sigas siendo una persona educada, deje de apetecerte saludar, lo hagas a desgana o simplemente no repares en hacerlo.

No se mantiene un sentimiento sin que haya un comportamiento. El amor no nos viene de la nada. El amor de pareja al menos, no. El amor hay que nutrirlo. Si los reforzadores van perdiendo poder hay que tratar de sustituirlos, no eliminarlos. Los reforzadores son aquellos comentarios o acciones agradables que siguen a una conducta. Por ejemplo: el llegar a casa pronto puede ir seguido de un comentario como el de "qué alegría que ya estés aquí"; el hacer un plato de comida puede ir seguido de un "gracias por cocinar" o "me encanta lo que has hecho"; el mantener una conversación puede ir seguido de un gesto afectuoso. En el amor, nos mantenemos proclives a invertir en la relación si nos gusta lo que nos aportan, si admiramos a la otra persona, si confiamos, si sentimos un compromiso por la otra parte o si nos devuelven una imagen positiva de nosotros mismos.

Yurena Rodríguez.

Psicóloga.


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