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  • Foto del escritorYurena Rodríguez

¿Por qué está de moda la inteligencia emocional?


Quien más quien menos tiene una noción de a qué se refiere la inteligencia emocional, este término popularizado por Daniel Goleman, que hace referencia a nuestra habilidad para manejar las emociones propias y ajenas. A pesar de que se hable del constructo y de que la literatura al respecto sea extensa, realmente no es un constructo científico pues no todas las emociones se abordan culturalmente de la misma manera. Cuando hablamos de inteligencia hablamos, entre otras cosas, de adaptación. Por tanto, no es descabellado pensar que la inteligencia emocional no sea universal. De este modo, sería más prudente hablar de gestión emocional inteligente en cuanto que le permite a la persona autorregular sus emociones y pensamientos para conseguir de un modo más eficiente sus objetivos.

No obstante, hoy en día estamos viendo que, además de la inteligencia académica, algunos componentes como podrían ser la motivación, la creatividad o la adecuada gestión emocional juegan un papel fundamental en la satisfacción con la vida además de con las relaciones interpersonales y el entorno laboral. En este sentido, el autocontrol emocional nos permite tener relaciones sanas con nosotros mismos y con el resto de personas de nuestro alrededor. Influye en nuestro rendimiento, de ahí que se esté trabajando esta habilidad en los entornos laborales y educativos.

La gestión inteligente de nuestras emociones también nos ayuda a tener una vida de pareja o con amigos/as más fructífera, pues si nos hacemos cargo de nuestras emociones no esperamos a que sea la otra persona quien satisfaga nuestras necesidades y, si las expresamos adecuadamente (con el objetivo de resolver la situación en vez de generar malestar en la otra persona) conseguimos sentirnos más satisfechos con nosotros mismos, mejorar la relación con la otra persona además de resolver la situación en menos tiempo.

Inteligencia emocional

Saber dirigir nuestras emociones, identificar lo que sentimos, expresarlo o encauzarlo adecuadamente es crucial para la convivencia en cualquier ámbito. Abordar nuestras emociones con inteligencia requiere que aceptemos tanto las emociones agradables como aquellas que nos producen malestar o dolor. La emoción nos pide que la vivamos y que no luchemos en contra de ella. Es nuestra y además la necesitamos. ¿Acaso nos desharíamos de un hijo nuestro si hiciese algo que no nos gusta?

Las emociones las necesitamos todas porque todas vienen a cumplir una función. Por algo están ahí y por algo hemos evolucionado con ellas. Lo que no necesitamos es que se queden más tiempo de la cuenta ni que se expresen de una manera destructiva o desproporcionada.

La buena noticia es que podemos trabajarla tanto para sentirnos mejor con nosotros mismos como para disfrutar de buenas relaciones con los demás. Para desarrollar una buena gestión emocional primero hemos de identificar la emoción y posteriormente trabajar sobre nuestros propios pensamientos, es decir, tratar de detectar qué pasa por nuestra mente justo cuando nos invade una emoción desagradable y descifrar qué papel está jugando en nuestro malestar. Hay que luchar contra el pensamiento, no contra la emoción. De esta forma los pensamientos demoledores o exagerados son como “los grandes anfitriones”, los que añaden la leña en la chimenea para que la emoción esté a gustito y se nos instale dentro.

Yurena Rodríguez.

Psicóloga.

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